domingo, 18 de noviembre de 2007

STUDIO 54

Nueva York, 1978. Una noche de primavera frente a Studio 54, una multitud vestida de lamé dorado, estampados de leopardo, hotpants, monos de stretch con cuello halter y ropa blanca que brilla bajo la luz ultravioleta, se agolpan esperando que ésta sea su noche de suerte.
Robin, mi novio, y yo, también esperamos que nos dejen entrar. No es fácil cruzar el cordón de terciopelo. El 54 es el centro mundial del glamour, la meca de la música disco. es imprescindible acertar con el dress code. Es una cuestión de actitud. Creo que mi top bandeau de lentejuelas y la americana de satén de Robin conseguiran producir el milagro. Y quizás esta noche conozca a Andy Warhol o Mike jagger O Kalvin Klein o alguna estrella. En estudio 54 es posible. Lo dice su eslogan: the moon, the spoon and the satrs. Un eslogan que sale del luminoso que decora la pista: media luna, una cuchara y una linea de luces que sube desde ésta por la gran nariz de la luna.
Esta noche el Dj es John Ceglia y seguro que pincha Bad girls the Donna Summers y Everybody Dance de Chic. Me encanta la disco music. El portero me señala. El cordón se abre y se cierra en cuanto paso. Robin dice algo que no puedo oir. Thelma Houston canta Don't Leave me this way a decibelios impensables.
Lo siento Robin, creo que esta noche salgo sola.

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